Cómo amar mi cuerpo (aunque no sea como yo quisiera)
Yo sé… no es tan fácil como decir un día:
“Ok, me amaré”
Y que de pronto desaparezcan los juicios, las comparaciones y las autocríticas.
Ojalá fuera así de mágico.
Pero no, no pasa de un día para otro.
Amar el cuerpo es un proceso, un camino lleno de momentos incómodos, aprendizajes y también mucha autocompasión. Quiero compartirte algunas ideas que pueden acompañarte en ese proceso:
1. No partas de cero: estás influenciada (y no es tu culpa)
Desde chiquita te han mostrado, una y otra vez, cómo “debería” ser un cuerpo bonito.
En la publicidad, en las películas, en las redes sociales.
Y aunque pienses que ya no te afecta, esas imágenes se quedan grabadas.
Nos enseñaron a medirnos, compararnos, exigirnos.
A veces más a las mujeres, pero también a los hombres.
Por eso, antes de juzgarte, recuerda que no naciste pensando que tu cuerpo estaba mal.
Eso lo aprendiste.
Y si lo aprendiste, también puedes aprender a mirarte distinto.
2. Empieza por aceptar tu cuerpo de hoy
Quizás quisieras que fuera distinto, y está bien reconocerlo.
Pero éste es el cuerpo que te sostiene hoy, el que te acompaña cada día.
Y aceptarlo no significa resignarte, aunque te hayan repetido eso, significa empezar una nueva relación con él.
Pregúntate:
¿Cómo quiero que sea la relación conmigo?
¿Basada en crítica y exigencia, o en comprensión y autocuidado?¿Cómo son las relaciones con las personas que más quieres, cómo les hablas o tratas?
Como en cualquier relación importante, el amor se construye con respeto, con escucha, con palabras que fortalecen.
Puedes empezar por hablarte con más suavidad, chequear o pausar cuando entras en conversaciones de autocrítica, elegir actividades que te hagan sentir bien, hasta compartir con amistades con las que te sientas cómoda, y no ver personas que suelen criticar su propio cuerpo o el tuyo.
3. Es un camino de adentro hacia afuera
Visualiza cómo quieres sentirte con tu cuerpo.
¿Qué ingredientes quieres que tenga esa relación?
¿Más confianza, más calma, más gratitud?
Tu cuerpo cambia, pero la forma en que lo miras puede volverse cada vez más amorosa.
4. No es cómo te ves, es cómo te percibes
La verdadera transformación ocurre en tu mente.
No en los kilos, ni en el espejo.
Cuando cambias la forma de percibirte, del significado que le atribuyes, cambia la relación con tu cuerpo.
Y desde ahí, las acciones que tomes — moverte, disfrutar, descansar, plan con amigas, espacios de calma— nacen desde el amor, no desde la exigencia.
5. Enfócate en cómo quieres sentirte
A veces creemos que necesitamos cambiar el cuerpo para sentirnos bien.
Pero el bienestar empieza en cómo te hablas, cómo te tratas, cómo te acompañas en el día a día.
Tu cuerpo no está roto, ni le falta nada.
Puedes elegir cuidarlo sin querer arreglarlo.
6. Disfruta el movimiento
Moverte también puede ser una forma de agradecerle al cuerpo.
Y no tiene que ser una tortura.
Encuentra algo que disfrutes: caminar, bailar, hacer yoga, correr, estirarte en la mañana, hacer pesas.
Yo, por ejemplo, encontré en el Yoga una manera de conectar con mi fuerza y, a la vez, calmar mi mente.
Y a veces mi cuerpo me pide correr, otras veces bailar.
La clave está en moverte desde el disfrute, no desde la exigencia.
7. Vive el proceso, no el resultado
No se trata de cómo te verás en un mes, sino de cómo te tratas hoy.
Del tiempo que te das para escucharte, cuidarte, hablarte con cariño.
Pregúntate cada día:
¿Qué le estoy dando hoy a la relación conmigo?
¿Qué palabras, qué gestos, qué espacios me regalo?
Amar tu cuerpo es una práctica diaria.
Un vínculo que se fortalece con pequeños actos de presencia.
Y lo hermoso es que no tiene rebote: una vez que te eliges con amor, no hay vuelta atrás.
Si este tema te resuena, te invito a ver el video en mi canal de YouTube donde profundizo este tema.
Y si quieres seguir caminando este proceso acompañada, te espero en mi comunidad “En Cuerpo”, un espacio para sanar la relación con tu cuerpo desde el yoga, la meditación y la gentileza.
Súmate a mi IG @jimenathebodylovecoach
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